lunes, 12 de enero de 2009

Noche opuesta

El fútbol te da revancha, y buen puede afirmarlo el colombiano Miguel Calero. El arquero, nacido hace 37 años en Ginebra, no había tenido un buen encuentro, a pesar de ser uno de los mejores jugadores de su equipo en cada uno de los partidos (de hecho, es el capitán). Pero ante los tapatíos, tras un primer tiempo excesivamente tranquilo, se equivocó en el tercer gol y tampoco supo reaccionar a tiempo en el segundo, cuando su propio compañero Leobardo López conectó de cabeza un centro tirado desde el sector izquierdo. Pero a pesar de los errores, y de no haber brindado seguridad a lo largo de los últimos 45 minutos, Calero se destacó en la tanda de penales atajando nada menos que cuatro, lo que le permitieron, sin duda alguna, ser la gran figura en la noche estadounidense. Lo llamativo es que cada uno de los envíos detenidos fueron sobre su palo derecho y a media altura, y dos de los penales se los contuvo al paraguayo Jorge Achucarro.
Y fue precisamente Achucarro quien terminó con un sabor amargo en su boca. Porque el delantero había sido el artífice de empatar el partido a tres minutos del final, con un soberbio cabezazo por encima de Calero, quedando como el héroe de la jornada. Pero el destino no le tenía reservado un buen porvenir, y el atacante tapatío falló en sus penales, siendo el último el decisivo, el que le dio el pase a la Copa Libertadores a su rival, a los tuzos del Pachuca.
Noche opuesta entonces para dos futbolistas con posiciones opuestas dentro de la cancha: un arquero y un delantero. El primero arrancó mal y terminó como el artífice de la alegría tuza. El segundo se llevó todos los flashes sobre el final del partido, pero terminó con todas las luces apagadas.

Nicolás Fábrega

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