jueves, 4 de noviembre de 2010

Las dos caras de la moneda

Son dos realidades insoslayables: el momento del chicharito Hernández en el Manchester es perfecto, incluso superior al esperado por tratarse de su primera temporada en el exigente fútbol inglés y dentro de una institución cuya obligación es ganar todo lo que juega, y a la vez su anterior club se hunde en medio de un mar de irregularidad. Los 10 goles anotados por el delantero de 22 años en el Torneo Bicentenario no pudieron ser logrados ni siquiera por seis atacantes en el presente Apertura. Entre Bravo, Dávila, Arellano, Bautista, Jesús Sánchez y Ricardo Míchel conquistaron apenas cinco, transcurridas ya 15 jornadas.
¿Dónde fueron a parar los poco más de nueve millones de dólares que ingresaron por la transferencia de la joven promesa? Indudablemente no se invirtieron para reforzar al equipo, pues las Chivas se alejan cada día de la Liguilla, instancia final que sólo alcanzaron una vez en los últimos tres torneos (cuatro, si se da por hecho que una vez más no lo harán). ¿Cuándo fue la última vez que se codearon entre los mejores? En el Bicentenario, donde Hernández vislumbró al medio local e internacional, llevó al Guadalajara a los primeros lugares y lo ilusionó con la posibilidad concreta del campeonato. Con él en cancha, el Rebaño Sagrado terminó como sublíder de la tabla general y anotó 28 goles, de los cuales 10 fueron propios. Una vez confirmada la incorporación al Manchester, el poderío ofensivo del equipo cayó tanto que sólo infló las redes rivales cuatro veces en siete juegos, aunque lo más grave fue el rendimiento: tras haber arrancado con ocho victorias consecutivas y marcar un récord dentro del fútbol mexicano, los dirigidos en aquel entonces por Juan Cruz Real ganaron un partido, empataron otro y cayeron en cinco oportunidades, dos de ellas ante el Morelia por los cuartos de final de la Liguilla.
Se trató de una mala decisión del gobierno de las Chivas. Es cierto que se vendió a Hernández a un buen precio y que era demasiado arriesgado perder la posibilidad de la transferencia, pero a la vez tuvieron que tener la autoridad necesaria para negarse a entregar al jugador antes de la finalización del Torneo. Nadie garantizaba que con él en cancha el Guadalajara hubiese celebrado una nueva conquista, pero al menos no hubiese sufrido un cambio tan abrupto en su personalidad de juego. Perdieron cinco de siete partidos sin el chicharito, lo cual marca la importancia del jugador.
También es cierto que el presente de las Chivas viene siendo esquivo desde hace unos años, independientemente de la final lograda en la Libertadores. Desde el apertura '07 y bajo la dirección técnica de De la Puente primero y Efraín Flores después que no alcanzan al menos una semifinal. Otra vez con Flores, en el Clausura '08, accedió a la Liguilla y quedó eliminado en cuartos... y después nada. Salvo la pequeña primavera del Bicentenario, sólo hubo pálidas para el Rebaño, una institución que se acostumbró a festejar y ahora debe conformarse con obtener apenas tres victorias en un torneo y depender de seis equipos para meterse entre los mejores. Es responsabilidad de José Luis Real, por supuesto, porque es él quien dirige las riendas y quien elige a la oncena cada fin de semana, pero tampoco se puede caer solamente sobre el entrenador. Detrás suyo hay un cúmulo de personas que también toman decisiones y no siempre acertadas. Pasaron cuatro técnicos en los últimos tres años y los resultados nunca fueron los esperados.
Miles de kilómetros más allá, Hernández se gana los elogios diarios de la prensa mundial y pelea el puesto con un histórico en el Manchester como Rooney, obliga a los periódicos españoles a compararlo con Hugo Sánchez y a preguntarse si no sería un refuerzo de lujo para la Casa Blanca. Le dio la victoria a su equipo en un par de oportunidades, ingresando incluso como relevo, y no sufrió ningún tipo de adaptación a un fútbol completamente diferente.
Chicharito no regresará a las Chivas, no al menos en los siguientes años, y será obligación del club de Guadalajara encontrarle un reemplazante de manera urgente. Un reemplazante capaz de calzarse la playera y devolverle la alegría a los aficionados. Se perdió un nuevo semestre, pero nunca es tarde para volver a empezar. El tiempo transcurrido sin un festejo debe tomarse como una lección a aprender para tratar de no repetir viejos errores. El Rebaño Sagrado es un enorme dormido y sólo es cuestión de que vuelva a abrir los ojos.