Pachuca comenzó la Copa Libertadores perdiendo, pero el resultado no terminó siendo decididamente malo. Cayó ante Universidad de Chile en el Estadio Santa Laura de Santiago por 1 a 0, con gol del lateral derecho Marcelo Díaz a los 7’, en un primer tiempo que tuvo de todo. Sí, porque si bien el local apabulló a los “tuzos” y terminó mereciendo una ventaja mayor, también es cierto decir y recordar que antes de los dos minutos, la oncena de Enrique Meza pudo haber abierto el marcador, pero una mala decisión del asistente se lo impidió cuando Blas Pérez ya había metido la pelota dentro del arco tras una gran definición.
A partir de la apertura del marcador, los chilenos se fueron decididamente al ataque, en busca de una amplia diferencia que los hiciera jugar confiados el partido de vuelta en el Hidalgo. Ahora, ¿Universidad jugó verdaderamente bien o Pachuca fue responsable, en parte, del desempeño del rival? Bien, hubo un poco de cada cosa, porque si bien el atacante local Emilio Hernández hizo pesar su habilidad y constante movilidad, la última línea azteca fue un concierto de dudas desde el arranque. A la defensa de tres hombres terminaban agregándose los lateras, pero ni siquiera con cinco fueron capaces de impedir el ataque del rival. Así, agrandados por el 1-0, la U tuvo un par de oportunidades claras para hacer más amplia la diferencia y comenzar a jugar con la desesperación “tuza”, pero las inaptitudes a la hora de definir y los groseros errores del asistente (porque se equivocaron para los dos lados) le dieron vida a los de Meza.
Pachuca jugó un primer tiempo en el cual sus líneas estuvieron prácticamente quebradas. A Pérez y Edgar Benítez no les llegó jamás el balón y se vieron en la obligación de retroceder treinta metros para conectarse con el partido y, si bien Damián Álvarez fue de lo mejor de la visita durante los 90’, no tuvo un solo colega con quien descargar. El argentino encaró, hizo pesar su movilidad y sorpresa de enganchar para un lado y salir por el otro, pero sus compañeros estuvieron en otra sintonía. Defensivamente, dieron ventajas abismales. Y arriba no se conectaron ni una vez. ¿Resultado? Un mentiroso 1 a 0, a pesar del gol anulado.
Todo cambio en el complemento. Y así como líneas arriba se preguntó si Universidad jugó muy bien o Pachuca lo dejó trabajar con tranquilidad, ahora nace otro interrogante. ¿El local bajó el rendimiento por el cansancio producido por la excelente primer parte o también el conjunto mexicano los llevó a eso? Y acá también hay responsabilidades mutuas.
Porque los “tuzos” jugaron veinte metros más adelantados, conscientes de que el resultado parcial no era del todo malo, pero más conscientes aún de que un gol en Chile cambiaría notoriamente el panorama para la revancha en Hidalgo. Entonces, se animaron y atacaron. Y, de la misma manera que los primeros 45’ debieron terminar con un resultado más abultado, en el complemento Pachuca mereció mejor suerte. Mereció empatar. Lo tuvo primero Paul Aguilar con un cabezazo, luego José Maria Cárdenas con un remate de media distancia, más tarde Pérez y por último Luis Montes y Álvarez. Y a todo esto, ante cada ataque del conjunto azteca, no salía una réplica del rival. Nada de eso. Por el contrario, el uruguayo Markarián, DT de los chilenos, reemplazó a sus tres hombres más adelantados, en un claro gesto del cansancio producto de la primera mitad.
La clave en el complemento estuvo que se ajustaron las marcas en Pachuca y ya ningún hombre chileno recibió con comodidad y espacio. Y también influyó mucho el aporte de Álvarez, enganchado en el partido, con encares para uno y otro lado y con pases en profundidad de los que suele regalar.
Perdieron los “tuzos”. Pudo haber sido más amplio el marcador o pudo haberlo empatado. Un gol a favor hubiese obligado a los chilenos a marcar en el Hidalgo, pero no lo consiguió y, aún así, la diferencia es completamente accesible para los mexicanos. Sólo es cuestión de jugar como los segundos 45’ y hacer pesar la localía.
A partir de la apertura del marcador, los chilenos se fueron decididamente al ataque, en busca de una amplia diferencia que los hiciera jugar confiados el partido de vuelta en el Hidalgo. Ahora, ¿Universidad jugó verdaderamente bien o Pachuca fue responsable, en parte, del desempeño del rival? Bien, hubo un poco de cada cosa, porque si bien el atacante local Emilio Hernández hizo pesar su habilidad y constante movilidad, la última línea azteca fue un concierto de dudas desde el arranque. A la defensa de tres hombres terminaban agregándose los lateras, pero ni siquiera con cinco fueron capaces de impedir el ataque del rival. Así, agrandados por el 1-0, la U tuvo un par de oportunidades claras para hacer más amplia la diferencia y comenzar a jugar con la desesperación “tuza”, pero las inaptitudes a la hora de definir y los groseros errores del asistente (porque se equivocaron para los dos lados) le dieron vida a los de Meza.
Pachuca jugó un primer tiempo en el cual sus líneas estuvieron prácticamente quebradas. A Pérez y Edgar Benítez no les llegó jamás el balón y se vieron en la obligación de retroceder treinta metros para conectarse con el partido y, si bien Damián Álvarez fue de lo mejor de la visita durante los 90’, no tuvo un solo colega con quien descargar. El argentino encaró, hizo pesar su movilidad y sorpresa de enganchar para un lado y salir por el otro, pero sus compañeros estuvieron en otra sintonía. Defensivamente, dieron ventajas abismales. Y arriba no se conectaron ni una vez. ¿Resultado? Un mentiroso 1 a 0, a pesar del gol anulado.
Todo cambio en el complemento. Y así como líneas arriba se preguntó si Universidad jugó muy bien o Pachuca lo dejó trabajar con tranquilidad, ahora nace otro interrogante. ¿El local bajó el rendimiento por el cansancio producido por la excelente primer parte o también el conjunto mexicano los llevó a eso? Y acá también hay responsabilidades mutuas.
Porque los “tuzos” jugaron veinte metros más adelantados, conscientes de que el resultado parcial no era del todo malo, pero más conscientes aún de que un gol en Chile cambiaría notoriamente el panorama para la revancha en Hidalgo. Entonces, se animaron y atacaron. Y, de la misma manera que los primeros 45’ debieron terminar con un resultado más abultado, en el complemento Pachuca mereció mejor suerte. Mereció empatar. Lo tuvo primero Paul Aguilar con un cabezazo, luego José Maria Cárdenas con un remate de media distancia, más tarde Pérez y por último Luis Montes y Álvarez. Y a todo esto, ante cada ataque del conjunto azteca, no salía una réplica del rival. Nada de eso. Por el contrario, el uruguayo Markarián, DT de los chilenos, reemplazó a sus tres hombres más adelantados, en un claro gesto del cansancio producto de la primera mitad.
La clave en el complemento estuvo que se ajustaron las marcas en Pachuca y ya ningún hombre chileno recibió con comodidad y espacio. Y también influyó mucho el aporte de Álvarez, enganchado en el partido, con encares para uno y otro lado y con pases en profundidad de los que suele regalar.
Perdieron los “tuzos”. Pudo haber sido más amplio el marcador o pudo haberlo empatado. Un gol a favor hubiese obligado a los chilenos a marcar en el Hidalgo, pero no lo consiguió y, aún así, la diferencia es completamente accesible para los mexicanos. Sólo es cuestión de jugar como los segundos 45’ y hacer pesar la localía.
Nicólás Fábrega
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