jueves, 15 de enero de 2009

Lo lindo del fútbol mexicano

En primer lugar, el fútbol mexicano atrae porque cada torneo, cada seis meses, renacen las esperanzas de todos los aficionados. Sí, cierto que hay un conjunto de instituciones cuyo verdadero objetivo es permanecer en la categoría de elite (es el actual caso de Indios, Puebla y cada uno de los recién ascendidos, como Querétaro y Dorados en su momento). Pero ¿quién no recuerda la memorable historia del San Luis? Los Potosinos, recién ascendidos, se salvaron del descenso en el último minuto, con la resaca de los segundos finales, y condenaron a Dorados, quienes cayeron en casa ante Pumas. Pero la historia continuó, porque los del norte, de yapa, clasificaron a la Liguilla final (sí, hasta el minuto 90 era el nuevo conjunto de la Primera A, y el gol salvador de la victoria ante Atlas los llevó a pelear por el título) y llegaron nada menos que a la final, donde cayeron en un ajustado 0-1 global ante los tuzos del Pachuca, la mejor oncena de aquel momento.
Entonces, ¿por qué no soñar? Si un plantel recién ascendido fue capaz de pelear el título contra una potencia hasta las últimas consecuencias, el resto de los 17 que conforman la división de honor puede hacerlo.
Son los casos también del Atlante y Santos. Los “potros” llevaban 14 años sin alegrías y, de buenas a primeras, cuando pocos lo esperaban, se sacaron la espina y pudieron gritar campeón en el Apertura ‘07, incluso a cientos de kilómetros de su verdadera casa, puesto que tuvieron que dejar el DF y mudarse a Cancún con el fin de reclutar más aficionados (en la capital tenía demasiada competencia). Y con un presupuesto mucho menor al de las potencias, que lo llevaron a formar un plantel sin una sola estrella. Por supuesto que contó con jugadores claves, como el venezolano Giancarlo Maldonado, que con 15 tantos fue escolta del goleador del torneo, el argentino Alfredo Moreno, y el arquero Federico Vilar, en su mejor año en el fútbol mexicano.
Y lo de la “comarca lagunera”, campeones del Clausura ’08 después de siete años, es también digno de mencionar, puesto que no se encontraba entre los principales candidatos al inicio del torneo. Si bien es un conjunto que puede hacerse fuerte de local debido a las condiciones climáticas de Torreón, corre siempre en desventaja en relación a planteles como el Guadalajara, Pachuca y Toluca. A pesar de esto, terminó segundo en la tabla general (superado solamente por las Chivas) y fue eliminando a rivales de peso, como el Monterrey y Cruz Azul, para poder coronarse.
Otro factor fundamental que le da vida y color al torneo azteca es que además de las sorpresas ya mencionadas (y a no olvidarse del subcampeonato de los Tecos en el Clausura ’05, en una histórica final obtenida por las “águilas” al vencerlos por un global de 7 a 4. Los de Guadalajara, en los últimos años, se caracterizaron por pelear el descenso, y sin embargo estuvieron a un partido de coronarse) es que los conjuntos económicamente más poderosos no vienen realizando campañas decorosas. Salvo Pachuca, América y Toluca, Monterrey y Cruz Azul (el “nuevo grande”) llevan varios torneos sin una vuelta olímpica. Es más: los capitalinos no lo hacen desde el Invierno ’97. Doce años ya para una institución que se había acostumbrado a ganar títulos, tantos que cuenta con 13 locales y seis internacionales. Quizás sus años de sequía pasan un poco más desapercibidos al perder dos finales consecutivas, ante el Santos en el Clausura y contra los “diablos rojos” en el reciente Apertura. Porque, si bien continúa sin ganar algo, al menos realiza campañas decentes.
Peor es el caso de los “rayados”, campeones en el 2003 y subcampeones dos años después, pero luego dueño de un cúmulo de campañas malas, una detrás de otra. De los últimos seis torneos, sólo en dos logró meterse en la Liguilla (en una perdió en cuartos y en la última en semifinal) y luego obtuvo un puesto 17º, uno 16º, otro 15º y uno 14º. Pésimos resultados para un equipo que supo codearse con el éxito.
Entonces, el fútbol mexicano atrae por la sorpresa. Un año puede ser de Tigres (ya lo insinuó con el gran equipo del 2005), otro puede asomar el San Luis (del casi descenso a la Libertadores en tres años) o el Atlante, mientras que candidatos como Pumas o Necaxa, en algún momento, se quedan en el umbral de la gloria, sin poder aferrarla y viendo como lo hacen equipos que, meses atrás, se habían preparado para otra cosa.

Nicolás Fábrega

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